Jóvenes y cofradías
Gabriel Zapata. Es innegable que el
movimiento cofradiero tiene un amplio seguimiento entre los jóvenes,
y que estos abundan dentro de las hermandades. Los jóvenes, por su
propia condición, aportan vitalidad y esperanza de futuro a unas
instituciones, en muchos casos centenarias, como son las nuestras
hermandades. De hecho es algo tan asumido que ya tiene cierta
perspectiva histórica la presencia de grupos jóvenes en el seno de
las mismas.
Es cierto que la presencia de jóvenes
no se circunscribe a la mera participación de estos grupos, muchos
son llamados por el tema de la costalería o el de las bandas,
cuestiones que ilusionan y acercan, aunque a veces de forma
tangencial, a estos hacia el mundo cofrade. Pero centrándonos en el
quehacer de los grupos jóvenes ¿en qué consisten? ¿cuál es su
función? De primeras, parece, o ese al menos, debiera ser su
cometido, encauzar toda esa marea de entusiasmo, de ilusión y ganas
de aportar a esta pasión que para todos, en este caso los jóvenes,
es la Semana Santa y el mundo de las hermandades. También como
decíamos, y como se suele escuchar son el relevo.
Como digo, encauzar a un numero
importante de personas, no es poco. Pero teniendo en cuenta la
naturaleza de nuestras asociaciones, quizá lo sea. La razón de ser
de las hermandades es llevar la fe, en cierta forma esa es la labor
de toda la Iglesia, evangelizar y anunciar a Cristo y su Buena
Noticia, pero quizá de forma más específica en nuestras
hermandades que hacen pública protestación de fe en las calles. Que
mejor que anunciarlo a todos esos jóvenes. Pero muchas veces, me da
la sensación, que estos grupos son un caudal enorme al que no se le
explota todo su potencial. Se habla de formación, pero muchas veces
la formación radica en temas netamente cofradieros, olvidando ese
anuncio, que debería ser prioritario. La vida cristiana es muy
extensa, nuestro campo es la expresión pública de fe que realizamos
con nuestras salidas procesionales. Pero ¿no se podría dar a
conocer más ámbitos? ¿no podrían ser las hermandades semilleros
de vocaciones a diversos ámbitos de la Iglesia? Pertenecer a una
hermandad debería forjarnos más como cristianos en un mundo cada
vez más secularizado y dentro de un movimiento que, tal vez sea,
estandarte que muestra a Cristo en esta sociedad secularizada que le
da la espalda, y que nos toca vivir.
También los jóvenes son el relevo,
es una obviedad, no solo en esto sino en todo. ¿Pero relevo a qué?
Suelo escuchar mucho que los grupos jóvenes son el futuro de las
juntas de gobierno ¿en serio que el único objetivo de un grupo
joven es formar las futuras juntas de gobierno? Si es así, que en
muchos casos es lo que parece, me parece muy pobre, ya que nunca
faltarán quienes quieran ocupar un carguito. Además de que parece
como que el único sentido de pertenecer a una hermandad es el poder
y no debiera ser así. Pertenecer a una junta de gobierno no es
intrínsecamente malo, lo mismo que ostentar cualquier otro cargo, lo
que lo hace malo es convertirlo en un fin y no en un medio, en este
caso, a servir a sus hermanos, y ser una oportunidad de trabajar por
su cofradía. Si ya le estamos marcando que su futuro es ser el
relevo a una junta de gobierno, no solo les podemos frustrar al no
conseguirlo, sino que además estamos preparando “gestores” y no
cofrades.
La formación es, por tanto, ese pilar
sobre el que se sustenta un grupo joven. Escucho como se habla sobre
lo muy formados que están los miembros de los grupos jóvenes, en
cuestiones como montar un paso, un altar, ¿pero están realmente
formados los miembros de los grupos jóvenes? Formados ¿en qué, en
montar pasos o altares? No pocas veces lo dudo, viendo algunas de las
cosas que se ven. Y ¿esta es la única formación necesaria?
Sinceramente plantearlo así es algo equivocado. Por supuesto, que se
deben dominar estos temas, los cofrades tenemos una personalísima
visión de la vivencia de la fe, un camino a través de la belleza
para llegar a Dios, manifestado en nuestras procesiones y en nuestros
cultos. Y ciertamente, en su preparación y montaje se puede ejercer
la fraternidad. Aportando de una forma natural valores, que en muchos
casos hoy no se reciben como en otros tiempos en casa, o que en
cierta forma tienen “recogidos” a los jóvenes en la casa de
hermandad, y por ende alejados de “malas influencias” que ofrece
el mundo. Siendo por ello objetivamente bueno, convertir a los
jóvenes en los peones de la junta de gobierno de turno, me parece
desatinado y que no presta toda la ayuda a una formación, digamos
más integral. De igual forma se habla que es una buena manera de
integrar a los jóvenes en la función de acolitado, pero al no tener
muchos conocimientos, ni siquiera los propios cofrades añejos, se
enfoca mucho a la salida procesional y no a otros actos de culto.
Sea como fuere, es grande el número
de hermandades que cuentan con grupos de este tipo, no sé si
aprovechados en su justa medida o infravalorados. Otra visión
interesante que aportan, es la relación entre hermandades y entre
cofrades. Se organizan muchos actos en los que coinciden los miembros
de estos grupos, compartiendo inquietudes y retos, incluso creando a
veces cierta competitividad sana. Aunque en ocasiones se pueda salir
algo de madre.
A pesar de todo lo dicho, me parece
una labor necesaria y buena. Quizá algo que se echa en falta, y que
creo que muchos jóvenes cofrades solicitan, es el sentirse
reconocidos y respaldados por los “mayores” de sus respectivas
hermandades. Esto creo que no se hace, al menos no como se debiera.
Es cierto que la bisoñez de los jóvenes les lleve a cometer
errores, pero tenerles solo como mano de obra, y no recibir sus
aportaciones puede frustrar ese deseo de formar parte de la
hermandad. Y puede apartarlos de la misma. Tener su presencia como un
estorbo o como un problema, da cuenta de la poca visión que algunos
cofrades “con galones” tienen sobre los jóvenes y lo que estos
aportan a las cofradías, en que ser católico no está de moda y
pertenecer a una hermandad ya es un logro, y que más allá de
limpiar un varal o cumplir una representación, tratándolos bien y
pensando, que más que las futuras juntas de gobierno, los grupos
jóvenes son o deberían ser semilleros de cristianos y cofrades que
den razón de su fe y sean, desde lo cofrade, luz del mundo y sal de
la tierra.
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