Una Magna de ensueño
Juan Cruz Calero. El pasado 26 de mayo, asistimos en Málaga a la Magna mariana en honor
de la Patrona, la Virgen de la Victoria, con las vírgenes coronadas de
la ciudad. Una cita a la que cofrades como nosotros no
podíamos faltar. Todo comenzó viendo salir de la
Catedral a la Patrona de la Ciudad, entre aplausos y repique de
campanas. La Virgen de la Victoria hizo un itinerario previo al paso
de las Imágenes que vendrían a honrarla. Iba majestuosa en su
trono, realzada por su baldaquino de orfebrería engalanado por
guirnaldas de flores, aunque es cierto que echamos de menos el hecho
de que la Virgen luciera al menos algún manto de tantos como tiene y
que por cuestiones estéticas no luce, aunque resulta contradictorio.
La acompañamos hasta pasadas dos calles, pero la despedimos de una
forma triunfal con una gran petalada que se le ofrendó, y que
arrancó el fervor de todos cuantos estábamos presenciando aquel
momento sublime.
Nada mas ver a la Victoria, encaminamos nuestros pasos en la búsqueda de la Divina Pastora, imagen esta que esperamos sea pronto coronada y pueda participar de algún otro acontecimiento futuro. De paso nos encontramos con María
Auxiliadora, que iba acompañada musicalmente por la Banda de la
Paz que tanta potencia tiene y que tan bien suena. Su exorno era
delicado, sencillo y elegante. La Virgen de Don Bosco también llevó
ante las plantas de la Virgen de la Victoria a todo ese ambiente
salesiano que rodea a esta iconografía y que tan familiar y cercano
se hace a todos. Nos sorprendió gratamente el hecho de que se
recuperara el besa-medalla tradicional durante la procesión, algo
que curiosamente en Pozoblanco se hace con frecuencia.
Y llegó el que para mí era uno
de los momentos más esperados de esta magna. Ver a Rocío por
primera vez, en la calle, y en la magna, con sus vestiduras de
coronación y ataviada de novia, como el pueblo malagueño la aclama
y vitorea. La acompañamos hasta la tribuna de los pobres y el que
alguna vez haya asistido, creo que comprenderá cuando diga que pocas
palabras pueden describir lo que el corazón siente cuando ve a María
arropada de esa manera, y sobre todo, sin complejos. La Virgen del Rocío llevaba un exorno exquisito, blanco,
como es merecido para tal novia. Una imagen radiante la que Dios nos
puso por delante y que permanecerá en mi corazón mientras conserve
el recuerdo. Fue también especial el encierro de la Virgen en la
casa de Hermandad, con cohetes, las sevillanas y las saetas de Manuel
Cuevas...
Acto seguido presenciamos el
paso de la Virgen de la Amargura, conocida en Málaga como Zamarrilla, en memoria de aquel legendario bandolero que fue a buscar refugio al manto de la dolorosa, y que dejó su pecho para siempre marcado con la característica rosa. Una talla impresionante que me sorprendió gratamente por
su puesta en la calle y que deslumbraba a la luz del día. Me
decepcionó tal vez el palio en contraste a su maravilloso trono, que
supongo que algún día se sustituirá por uno de mayor calidad, que vaya en consonancia con la talla que alberga y arropa. Fue
maravilloso verla en su encuentro con la Madre del Cautivo, la
Virgen de la Trinidad.
Cuando vimos a la Amargura
fuimos en la búsqueda de la Virgen del Carmen del Perchel, que fue quizás
la que más nos sorprendió dada su presentación bajo palio para la
ocasión. Acertada además, bajo mi consideración, que la subieran
al trono con la que un día fue su ráfaga y que nunca debió haber
perdido. Sin embargo nos decepcionó mucho el desafortunado exorno
floral, que desentonaba por el colorido tan estridente y de mal gusto. Pese a ello, los momentos vividos merecieron la pena.
Justo cuando pasó la Virgen del
Carmen por la puerta del salón de tronos de la Esperanza, esta se
abrió y un aplauso despertó de pronto, y nuevamente el fervor se abrió
paso entre los asistentes. Me parece muy curioso el hecho de que
ante el paso de la Virgen de la Esperanza, se improvisen al inicio
del cortejo unas alfombras de romero que la gente coge tras haber
pasado la Virgen. Me sorprendió enormemente el tamaño del trono, y
a la vez del manto, tal vez desmesurado, pero que encajan a la Virgen
con una correcta proporción y que queda en la calle fabulosamente.
De este modo, con la luz del día, la Esperanza salió a
la calle, también exornada floralmente de tonos blancos, muy fina, e imponente.
Ya que la Virgen de la Esperanza
había formado su cortejo y tomado el camino hacia la SIC, se acopló
al recorrido la Virgen de los Dolores Coronada, que traía un exorno
más lúgubre y sencillo. Cabe destacar esta imagen por su antigüedad
y su belleza, que también vieron de forma extraordinaria la luz del
día dejando que los rayos de sol, acariciaran su delicado rostro. Un
trono igualmente sorprendente, y un manto maravilloso iba cerrando el
cortejo de la Virgen de los Dolores.
Por último vimos a la Trinidad,
entrando en el recorrido oficial, una dolorosa bellísima que se ve
exaltada por esos maravillosos bordados que lleva el palio y el
manto, y que deseamos que pronto se vean finalizados para así poder
contemplar en plenitud ese conjunto de calidad. En la calle Larios nos despedimos de
la magna y nos fuimos a los encierros, viendo a la Soledad de Mena y a
la Maravillosa Dolores del Puente, que estrenaba su gloria del techo
de palio, que poco a poco, va finalizando ese maravilloso conjunto
antequerano para tan bellísima Dolorosa. La Soledad en su línea,
hermosa.
Nos sentimos plenamente
satisfechos de haber acudido a la Magna mariana en honor a la Patrona, la Virgen de la Victoria. Málaga es una ciudad sin
complejos que saca a sus devociones a la calle, en esta ocasión con
la suerte de tener a un público selecto, y que nos ha hecho
disfrutar inmensamente de la grandeza de la Madre de Dios, que en
esta ciudad se vive con fuerza y con entusiasmo.
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