Un espectáculo fuera de lugar
Juan Cruz Calero. El
pasado domingo día 2 de septiembre salía a recorrer las calles de
Jaén la Divina Pastora de San Ildefonso. Desde hace un tiempo en
adelante, la Pastora está viendo como sus fiestas crecen, ya que hay
un grupo de devotos que trata de engalanar el recorrido, y poco a
poco consiguen dar esplendor a sus fiestas. Sin embargo, hay quien,
(como en todos sitios), trata de echar el trabajo por tierra con
cosas que están fuera de lugar, y como no, siempre buscando el
protagonismo y lucimiento personal.
Comenzaré
diciendo, que cuando nos referimos al municipio sevillano de
Cantillana, todos tenemos una visión y una perspectiva de lo que
sucede tanto cuando sale la Asunción Gloriosa, como cuando sale la
Divina Pastora. Pese a que ambas tienen una
devoción innegable, hay ciertas personas, que se acercan a las
fiestas de ambas en busca de otras cosas más lejanas a lo
espiritual, como son los ligues o semejantes. Lo que si es cierto,
es que las Hermandades son dignas de reconocimiento por su labor y
por su buen hacer. También son, en cierta medida, conservadoras de
tradiciones, y es que, en el caso de la Pastora,
había quien prefería a la pastora sin sombrero, frente a otra parte
del pueblo que le gustaba más con el sombrero. Es por esto que se
inició el ritual de quitarle a la imagen el sombrero en la Calle Martín Rey, punto medio del recorrido, para que así, luciera a gusto de todos.
Sin
embargo, quiero creer que por desconocimiento de lo anterior, vimos
que el pasado domingo, cuando la pastora iba a entrar en su Iglesia
de San Ildefonso, alguien que ni siquiera pertenece al clero, aunque
fuera con sotana y roquete, cogió su escalera, la puso junto al paso
de la Virgen, y quitando del friso varias flores, accedió hasta
donde se encontraba la imagen, y como sucede en Cantillana (aunque
sin quitar el sombrero) abrió sus brazos y comenzó a chillar de un modo desvergonzado e innecesario, teniendo en cuenta que
podría haberlo hecho desde el suelo, y sin
disfrazarse de nada. Así soltó una letanía de vivas, y cuando
terminó, bajó del paso tan contento tras haber besado al cordero,
que no a la Virgen.
Y
yo, cuando digo que esto me parece absurdo, lo digo porque es una auténtica vergüenza tratar de imitarlo todo. La Pastora de Jaén no tiene necesidad de circos de imitación. Simplemente podrían haber buscado los métodos para hacer algo en la calle más allá de la procesión sin plagiar de una forma tan cantosa la retirada del sombrero de Cantillana. Eso no son vítores, son insultos y muestras de una evidente necesidad de aplausos, reconocimiento y egocentrismo. Esperemos que este bochornoso espectáculo no vuelva a repetirse nunca más.
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