Una decepción generalizada
Juan
Cruz Calero. La pasada semana, que comenzaba el 17 de septiembre de
2018, se nos proponía participar en la salida
extraordinaria de María Auxiliadora de Córdoba, por el centenario
de la bendición del Santuario erigido en su honor, poniendo los
adornos que los jóvenes llevaban tiempo preparando para tal
acontecimiento. Fuimos tres días a ayudar todo lo que pudimos,
montando el mismo día de la procesión un altar instalado en San
Zoilo, propuesta que nos comentó uno de nuestros amigos pertenecientes a la Asociación salesiana,
a quien debemos que las calles hayan lucido tan hermosas para el
evento, y a quien le agradezco que haya sido capaz de reunir a muchas
personas jóvenes por un objetivo cofrade.
La decepción comenzó justo al momento de la salida del día 22 de la Virgen del
Santuario. Al parecer por motivos impuestos por el Ayuntamiento de la
Ciudad, la Virgen debía estar a las 19:00 horas en la Santa Iglesia
Catedral, a pesar de que la celebración de la Eucaristía de Acción
de Gracias no comenzara hasta las 20:00 horas. Por tanto, saliendo a
las 17:00 horas, y haciendo parada en la Parroquia de San Pedro
podrán imaginarse la velocidad con que fuimos hasta la S.I.C. acompañando a la imagen. A
pesar de ello, las calles para el recorrido de ida no estaban
profusamente engalanadas, por tanto, esperábamos con esperanza que
el regreso hasta Salesianos fuera más pausado y pudiéramos
disfrutar más.
Tras
la Eucaristía que presidió nuestro Obispo Demetrio Fernández, en
la que animó a la comunidad salesiana a seguir sembrando en los
niños el amor hacia su madre Auxiliadora, el paso enfiló las naves
de la Catedral para salir al patio de los naranjos. Enfilada la calle
Deanes, y teniendo en cuenta el apoyo y la ayuda que le habíamos
ofrecido para que el evento tuviera el máximo esplendor posible, los
organizadores comenzaron a decirnos que hiciéramos el favor de salir
del cortejo echándonos hacia los lados. Sí, en Deanes, por
increíble que les parezca. Supongo que Carlos Gálvez no pensó en
estas ocasiones cuando escribió el Himno a María Auxiliadora donde
cantamos “Rendidos a tus plantas, Reina y Señora (...)”. Además
fue en esta calle, donde el pertiguero, con todo el orgullo del mundo
si cabe, comenzó a decir “no ha quedado ni uno”. Un singular
personaje digno de expedientar si alguien como yo estuviera al cargo
de una hermandad, por su soberbia y su actitud para con la gente en
un cortejo procesional. Continuando con el recorrido, por San Zoilo,
la Virgen se paró junto al altar que habíamos instalado, y continuó
su recorrido hasta un balcón (que nosotros mismos habíamos
engalanado) de la calle Conde de Torres Cabrera, donde se le
interpretó a María Auxiliadora una Sevillana. Acto seguido tras
hacer la levantá, se le tiró una petalada, comenzando la marcha
junto al final de la misma, por lo que esta se hizo a granadera.
No
fue este el único absurdo, ya que, a la entrada en la plaza de
Capuchinos, una fachada profusamente engalanada con una Imagen de
Ntra. Señora de la Paz, que va a ser la próxima imagen coronada en
la ciudad de Córdoba, Dios mediante, parece que pasó desapercibida
al paso de María Auxiliadora, ya que se interpretó Saeta Cordobesa,
una marcha bellísima, pero fuera de lugar dado que se sabía que
había preparada una petalada para la Reina Salesiana, por los
hermanos de la Paz, que quedaron atónitos por la indiferencia, y
disculpen la rimbombancia, con la que la Imagen pasó.
Parece,
además, que por las calles estrechas, entre las que no se admite la
presencia de público dada la estrechez y la imposibilidad de bulla,
había impuesto un repertorio propio de Viernes Santo, con unas
marchas fúnebres, hermosas sí, pero fuera de lugar tratándose de
una Imagen de Gloria, y con el factor de ser una salida
extraordinaria. Así avanzó, por la calle Jesús Nazareno, otras de
las calles profusamente engalanadas, pero que, nadie pudo ver, hasta
la Parroquia de San Lorenzo.
Momentos antes de que María Auxiliadora
llegara, un joven interpretó la marcha “Mi Amargura” a piano. A
pesar de que les sorprenda a los que no asistieron, la Imagen pasó
de largo por la puerta lateral del porche donde estaba instalado el
pianista, llegando hasta los contenedores donde la Imagen paró, y a
sones de la marcha, se produjo un relevo. Supongo que el público
cuando acabó la interpretación, aplaudiría (única vez que se
aplaudió, por cierto) la interpretación, y no la conducta de los
capataces, o de quien tenga la responsabilidad de arriar el paso en
determinado lugar. La imagen entró a las dos de la madrugada (hora
prevista) en el Santuario de su nombre, y la jornada terminó.
Como
ya hice en alguna ocasión, me he preocupado de preguntar en una
encuesta por Instagram cual ha sido la opinión de los cofrades con
respecto a esta salida extraordinaria, y no me he encontrado con
ninguna positiva. Sin especificar, diré que Córdoba en nuestro
entorno, y no en el de aquellos que dicen ser cofrades pero están
en contra de las Procesiones Sacramentales, glorias, y otras muchas, y de dejar las comisarías
vacías para atender a las glorias y las antes citadas, está
profundamente decepcionada. Los días previos esperábamos que fuera
algo histórico que pasara a nuestra memoria como un acontecimiento
digno del recuerdo. Sin embargo, y para contentar a algunos, será la
última a la que asista de todas las que vienen en esta temporada. "Felicidades" por hacer de lo extraordinario algo sobrio y lúgubre, rancio y oscuro. "Felicidades" por destrozar las muestras de fervor popular. y "felicidades" por estar
destruyendo poco a poco la piedad popular y las tradiciones de
nuestro pueblo andaluz.
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