Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios
Juan
2,15-16
“Y
encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas,
y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los
echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les
esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían
palomas les dijo: "Quitad esto de aquí; no convirtáis en un
mercado la casa de mi Padre”.
Gabriel Zapata. Llevo toda la Cuaresma observando que la actividad en torno a nuestras cofradías no para, es un hecho que me congratula, pero después de escuchar el evangelio de este pasado domingo me hace reflexionar si nuestros templos son el lugar adecuado para ciertos eventos. Conciertos cada semana, algunos de los cuales son verdaderos certámenes, pregones y exaltaciones de toda índole, desde a las imágenes titulares hasta al costalero o al tío de la caña... el caso es exaltar a alguien, presentaciones de carteles, revistas, y una larga serie de eventos, todos ellos interesantes y que aportan, cada uno en su medida, ingredientes con los que llenar a los cofrades durante los cuarenta días de espera. Lo que me preocupa es si lo hacemos en el lugar adecuado, si nos tomamos en serio la casa de Dios, y si ciertamente es imposible realizar dichos actos en otro lugar que no sea el templo.
Por esta proliferación de actos, no solo cofrades sino
también de otros ámbitos, los Obispos del Sur de España publicaron un documento
que restringía y orientaba sobre que actividades hacer o no hacer, así como
debían hacerse las que acontecen en recintos sagrados. El documento en cuestión
llamado “Usos extralitúrgicos de las iglesias dedicadas al culto” se publicó en
2014, pero a la vista de los acontecimientos no ha tenido una mínima
implantación, más allá de hacer buscar otro lugar al Consejo de Cofradías de
Sevilla para realizar su Cabildo de Toma de Horas. Este texto incide en el
carácter exclusivamente extraordinario de estos eventos, hecho que vemos que no
se cumple en absoluto.
Asistimos cada semana a un multitud de
conciertos, considerando que sean nuestras marchas procesionales música sacra,
que es ampliar un tanto el término, ya que no están compuestas para interpretarse
en actos litúrgicos, sino en las procesiones que son elementos devocionales.
Pero admitido que sea sacro, profano desde luego tampoco podemos considerarlo.
Tal vez los templos no sean en lugar más adecuado para ellos, ya que su
sonoridad hecha para la calle, genera en el templo un sonido excesivamente alto
para el silencio que debe mantenerse en estos recintos. Amen de las actitudes
que adoptan las personas que asisten, generalmente en los de CCTT o Agrupación,
suele ser un público generalmente poco dado a pisar una iglesia y no guardan a
veces la compostura debida.
Y llegamos al momento estrella del uso profano de los templos
por parte de las hermandades y ese es el pregón. Acto literario que pretende
ensalzar la Semana Santa, la Cofradía, o incluso a veces entramos en si se
exalta a personas o gremios dentro de las cofradías: costaleros, nazarenos,
etc. Aunque la mayor de las veces constituye un elemento de exaltación personal
del propio pregonero y un escaparate para vanagloria personal. Hecho que no
juzgo, aunque si cuestiono el lugar idóneo para ello, que considero que no es
en modo alguno el templo. Dice el texto al que aludíamos que “las
personas que presiden o intervienen en el acto se situarán fuera del
espacio celebrativo, tratando con el máximo respeto el altar, la
sede y el ambón, no usando éste para dar avisos, hacer comentarios,
leer discursos o dirigir saludos” como vemos nada más lejos de la realidad, ya que
todo el presbiterio es copado en conciertos, y los ambones son los lugares
predilectos desde donde pronunciar los susodichos pregones.
Aunque no se quedan aquí los actos no
litúrgicos que tienen como marco un espacio sagrado. Todavía nos quedan las
presentaciones de carteles, aunque también de libros o revistas, que
acostumbran a hacerse después de algún acto de culto para aprovechar el aluvión
de personas. Actos que se convierten en una pequeña promoción del autor y de la
junta de gobierno de turno, que podemos considerar culturales, pero realmente
alejados del hecho religioso, por lo que el templo se me antoja como el lugar
menos idóneo para ello. Dicho esto, ¿ciertamente las hermandades no tienen a
sus disposición otros lugares donde poder realizarlos? ¿no estamos degradando y
desvirtuando el uso de la iglesia como lugar sagrado? Opino que muchos de estos
actos menores como presentación de carteles o revistas se pueden hacer sin
problema en las propias casas de hermandad. Y en todos los pueblos y ciudades
existen teatros y salas donde poder albergar conciertos y pregones de toda
índole, que además reúnen una serie de características acústicas y de uso más
adecuada a estos eventos. Así podremos dejar la iglesia como lugar
exclusivamente reservado a la oración y al culto divino, sin banalizarla con
actos que aún no siendo sórdidos o folclóricos, distraen de lo que debe ser
esencial. Pensemos que pensará Jesús al ver lo poco que hemos cambiado en dos
mil años y si no nos expulsaría a nosotros también a latigazos. Ojalá y
busquemos otros lugares y reservemos el templo para la realización de nuestros,
eso si, cuidados y piadosos cultos.
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