Los besamanos de diciembre

   Gabriel Zapata Castro. Diciembre es el mes, por antonomasia, de la navidad. A pesar de que nuestras ciudades aparecen iluminadas y todos los medios nos aturden con su publicidad consumista, no es hasta la nochebuena cuando comienza la Navidad. En cualquier caso, parece ser un tiempo nada dado a lo cofrade. Algunos dirán que no es tiempo de cofradías, que somos muy pesados, que ya llegará la cuaresma. Pero las hermandades no son algo puntual de unos días al año, para los cofrades es una forma de vida.

   Como decía; diciembre despunta con dos grandes festividades marianas: la Inmaculada y la     Expectación del parto.

   La festividad de la Inmaculada fue adoptada, de forma muy viva, por parte de las hermandades en el siglo XVII, en pleno auge de la cuestión inmaculista. Principalmente de manos de los franciscanos, Orden relacionada con muchas cofradías. Y que a lo largo del tiempo se ha materializado en insignias como los simpecados o los sinelabes, en una creación artística entorno a la iconografía inmaculista, y también es una de las festividades que en muchos casos los cofrades han acomodado para celebrar los cultos a gran numero de sus titulares marianas.

   La festividad de la Expectación del parto tiene una gran antigüedad, y aparece estrechamente vinculada a la tradición hispana, ya que ésta era la principal festividad mariana de la España mozárabe y visigoda. Esta celebración acuñó la creación de algunas advocaciones marianas, tales como Esperanza, O y Sol. La Esperanza en suma constituye una de las advocaciones más arraigadas y queridas.

   En nuestra ciudad adquiere dimensión, principalmente, en el esplendido montaje que la Hermandad del Sepulcro levanta para su titular, la Inmaculada Concepción. Un soberbio altar con un claro azul, un pabellón regio, la presencia de los santos padres de la Señora, la cuidada candelería y el incomparable marco del presbiterio de la Compañía contribuyen a uno de los altares más clásicos y monumentales que podemos contemplar.

   Aunque hoy nuestro propósito es analizar cinco de los montajes de besamanos que se han realizado, los que a nuestro juicio han sido los mejores en este mes de diciembre, aunque como decimos no todos se han realizado en la jornada de la Inmaculada, si que podemos afirmar que es la jornada por antonomasia dedicada a estos actos de piedad. También observamos como el nivel de los mismos, poco a poco, va mejorando y consolidando su mejoría con la incorporación de nuevas piezas de bordado o de orfebrería.


   Trinidad. Consolidando la línea de los últimos años. Este año nos mostraba algo más de verticalidad que en los anteriores. Ciertamente va mejorando, cada vez va haciendo más suyo el presbiterio, dotando de elementos de calidad artística y el trabajo con la cera. Este año ha hecho un guiño al palio que en breve dejará de utilizar, y ha basado el atavió de la imagen en el cromatismo de la bambalina, algo que nos parece muy acertado, ya que los cultos se encuadran dentro del Adviento, y el color de la pieza es el morado. Aunque bien conjugado con el celeste inmaculista que habitualmente se utiliza para sus cultos.



   Gracia y Amparo. La Hermandad de la Sentencia nos deleitó con un montaje intimista y sobrio, pero sin perder la monumentalidad. Destaca la presencia de unos ángeles que escoltan a la imagen, unos ángeles que recuerdan a los que antaño escoltaban los sagrarios de muchos templos. En un espacio reducido y con pocos elementos consiguen crear un elegante montaje que no necesita de más efectismo para concentrar el interés en la imagen de la titular, que dicho sea de paso, se presenta perfectamente ataviada, con un toque añejo, sin necesidad de perder la técnica en la elaboración del tocado.


   La O.   Este incipiente grupo, que después de mucho tiempo parece que apunta hacia su definitiva aprobación como hermandad. Ha presentado un cuidado altar para los cultos, con una elaborada disposición de cera y un numero bastante considerable de cirios, teniendo en cuenta que es una pro-hermandad. Dicho altar sirve de fondo para el besamanos de la Señora. Dentro de la sencillez, impuesta en los comienzos y a la falta de ajuar, han sabido dotar de calidad y grandilocuencia al montaje, incluso acaparando el presbiterio del templo, un logro que cada vez parece más cotidiano en la ciudad y que en este templo es aun más meritorio por las características y la morfología del edificio.



   Alegría. Cuentan con un espacio inmejorable, y desde luego saben aprovecharlo. Encaminarse desde la misma puerta del templo hacia la imagen de la Virgen, es sublime. La monumentalidad tanto del templo como del montaje, nos hace sentir ese concepto de salón de trono, de espacio regio. Y es que aunque la labor del prioste debe encaminarse a exaltar la imagen, el entorno muchas veces es determinante para redondear un montaje. Y no aprovecharse de semejante templo seria un autentico desperdicio. El atavío de la imagen es algo controvertido, básicamente por el uso de sudarios de tradición antequerana, que en una imagen gozosa por la Resurrección del Señor, parece que no casan con su iconografía. No así la ráfaga, que ha sido un bonito detalle de la Hermandad del Rayo y que complementaba perfectamente a la imagen.



   Ángeles del Císter. De los que hemos tratado es el único que se ha situado a un lado del presbiterio, en este asunto, aunque cada vez es menos frecuente, todavía quedan algunos casos, ya que no fue el único de la jornada. A pesar de ello, potencia la imagen de la Dolorosa, ataviada con el manto de salida y un medido tocado, destacamos que aparece vestida de saya blanca y manto azul, muy adecuado a la iconografía de la Concepción, en la que se celebra el besamanos y que no siempre se puede admirar, ni es esta, ni en muchas otras imágenes que están expuestas en besamanos en dicha jornada. El flamante dosel con una destacada altura, y el sillón, completaban un muy correcto montaje.

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