Cuando veas las barbas de tu vecino cortar...


     Gabriel Zapata. Cuando veas las barbas de tu vecino cortar... ¿Se preguntaran que tiene que ver esto con las coronaciones canónicas? Y la cuestión no es baladí. Como todos sabrán en los últimos años estamos asistiendo a una serie de actos de este tipo, y no son pocos los que piensan que se nos esta yendo de las manos, que esto es un abuso, que se pierde la esencia de estos reconocimientos; tanto por su aumento de número, como por la perdida de lo extraordinario. No podemos estar más de acuerdo en muchos casos.


     Aunque si nos atenemos a la historia, en su origen, en la ciudad eterna las coronaciones eran algo no tan extraordinario, aunque con el tiempo si que tomó una importancia destacada. A finales del XIX y principios del XX se comienzan a extender cada vez más lejos y comienzan a ser coronadas imágenes marianas de una gran importancia tanto devocional, como histórica. Y se consiguen unas altas cotas de fastuosidad y boato. No podía ser menos, si para las coronaciones reales no se escatimaba en lujo, mucho menos podía destinarse para la Reina del Universo. Así lo entendieron, y así lo hicieron. Se coronaban patronas de diócesis importantes, o incluso de países enteros, y si nos centramos en España, poco a poco se fue haciendo presente en las hermandades con coronaciones como la Amargura y la Macarena de Sevilla, aunque todavía seguía siendo algo elitista al tener que solicitarse a Roma.

     Esto cambió radicalmente y no gracias a los cofrades sino a Juan Pablo II, que en 1981 concedió autoridad a los ordinarios para que decidieran ellos mismos, y concedieran las coronaciones canónicas. No obstante, algunas imágenes han contado con el respaldo de la Congregación romana para el Culto Divino, la encargada de concederlo por delegación papal, en sus coronaciones; como pudieron ser las de la Esperanza de Triana en Sevilla, o en nuestra diócesis las imágenes de la Sierra o María Auxiliadora.


    En cualquier caso, no seria ahora cuando nos estamos volviendo locos, sino entonces, desde los 80 en adelante. Y con algunos prelados los cofrades encontraron la horma de su zapato. Fue entonces y no ahora cuando se empezó a considerar un logro conseguir que se coronara tu dolorosa, en las ciudades, o la patrona del lugar para los pueblos. Obispos como Amigo Vallejo, que llego a coronar a treinta imágenes, sin contar las convalidaciones de hasta cinco imágenes. ¿Se puede hablar en Sevilla de banalización hoy, o ya desde hace años? Aunque hay obispos que también fueron muy dados a estas efemérides, el caso de Infantes Florido en Córdoba en cuyo pontificado se llegaron a coronar trece imágenes; haciendo populares las coronaciones en la diócesis. Lógicamente, esto se expandió al resto de diócesis andaluzas donde el movimiento cofradiero tiene el mismo predicamento.

     Visto que no podemos hablar de una trivialización, tan actual como parece, no podemos negar que es un tema recurrente cada vez que se concede una coronación en la ciudad de Sevilla. Sin olvidar lo no tan extraordinarias que se han vuelto en las ciudades del entorno. Sea como fuere en la ciudad cordobesa no se produce una coronación desde que en 2012 se coronase a la Virgen del Carmen de San Cayetano, y una dolorosa no es coronada desde que lo hiciera la del Rosario de San Pablo, hace ya veinticinco años, es por ello y por otras cuestiones que no nos parece descabellada la futura coronación de la Virgen de la Paz y Esperanza, siendo como es, la dolorosa que sin estar coronada, despierta mayor fervor en la ciudad cordobesa.


      En Sevilla por contra, parece ir a coronación por año, y además unido a una pérdida de fastuosidad y sobre todo de originalidad, ya que desde que la Macarena tomara la sede hispalense en el cincuentenario de su coronación, las demás imágenes que se han ido coronando desde entonces han ido recreando casi milimétricamente sus mismos pasos: traslado en paso de palio (en este caso sin corona), besamanos en la Parroquia del Sagrario, triduo con poco aparato en el altar del Jubileo (donde incluso se han coronado) y procesión triunfal de vuelta. Incluso otras imágenes sin ser coronadas han tenido ya un besamanos en ese lugar, como la Virgen de Guadalupe por el cincuenta aniversario de su hechura, así como la patrona, la Virgen de los Reyes por obras en la Capilla Real.

   Esto unido a la simplicidad impuesta por el arzobispo, en aras de una supuesta pobreza evangélica, que aparentemente tanto se contradice con el espíritu intrínseco de este tipo de actos, han contribuido a que se dé la sensación de no ser algo especial, sino cotidiano e incluso cutre. Aunque parece que esto cambiará con la ultima coronación anunciada, la de los Negritos, ya que se volverá a usar el paso de palio en estos actos y se hará al exterior.

     Y aquí es a lo que quería llegar, con la Coronación Pontificia, que lo será, de María Santísima de la Paz y Esperanza, no puedo dejar de preguntarme si se tomará el ejemplo cultivado los últimos años en Sevilla o se tomará otra senda. Lógicamente que habrá procesión de ida y vuelta. Lo que es una incógnita es lo que acontecerá en el recinto catedralicio. Hay cuestiones que aquí podrían ser un éxito, aun dentro de la copia, como es la celebración de un besamanos en las naves catedralicias. Eso aún siendo lo mismo que están haciendo las hermandades sevillanas, en nuestra ciudad sería un logro, ya que fuera de Sevilla no se ha hecho, y en concreto en Córdoba, seria la primera imagen mariana que habría recibido el amor de sus hijos expuesta en besamanos en la renombradísima Catedral-nomezquita, a pesar de que otras imágenes hayan recibido dentro de la misma el reconocimiento de la Coronación.


     Otro asunto es la cuestión de los cultos previos que se puedan realizar, así como el propio pontifical de la misma. Aquí es donde se centra toda nuestra preocupación, si bien es cierto que un besamanos en cualquier lugar de la Catedral, incluso aunque sea sencillo sería algo memorable. No ocurre igual con el altar que se haga en el crucero con vistas al acto central. Si nos atenemos a lo acontecido en Sevilla, será algo austero. Incluso si nos remontamos a otros eventos recientes similares en la sede cordobesa, ninguno ha destacado por su grandiosidad, aunque no hay que desdeñar ni el lugar tan destacado, ni la categoría de la imagen de la que tratamos. Creo que en este caso hacer una copia de lo visto últimamente en Sevilla seria un gran error que la historia cofrade cordobesa nunca olvidaría. Aquí no tenemos un arzobispo que imponga una pobreza evangélica, al menos de momento, por ello quiero pensar que tengo las barbas bien secas, aunque río abajo las tengan bien rasuraditas.

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