El ajuar de la Virgen de la Cabeza. Orfebrería
Diego
Antonio Linde Gutiérrez. Nuestra Señora de la Cabeza es, como bien
sabréis, patrona de la ciudad de Andújar y de la Diócesis de Jaén,
títulos más que merecidos por ser la mayor devoción de la
provincia, con un fervor extendido incluso fuera de ella. Es venerada
desde tiempo inmemorial en las profundidades de Sierra Morena,
teniendo su Santuario sobre las alturas del Cerro del Cabezo, que dio
nombre a la advocación, el cual es lugar de masiva peregrinación.
Testimonio de esta fiel devoción desde hace siglos es su imponente
ajuar y patrimonio, de cuyas piezas de orfebrería voy a hablaros.
La
peana con ráfaga donde la Virgen se asienta en su camarín son las
piezas de orfebrería más antiguas conservadas. La peana, con una
característica forma, posee seis frentes con cartelas sobredoradas
separados por costillas con cabezas de ángeles, todo ello en plata
reutilizada de las antiguas andas. La ráfaga, también en plata,
está decorada con querubines dorados y rayos rematados en estrellas
o bien biselados, llamando la atención en su parte derecha una
campanilla colgada (que rememora el sonido de campanas por el cual el
pastor puso hallar la sagrada imagen en la Aparición). Inseparable a
la peana y ráfaga es también la media luna a los pies de la Virgen,
de la cual se cuelga una cinta blanca para que los devotos la besen
al pasar por el camarín. Estos elementos conceden a la Virgen de la
Cabeza una singular e inconfundible iconografía, que nos permiten
reconocer su advocación fácilmente.
Seguimos
con la orfebrería, para ahora referirnos a sus coronas. La corona,
rostrillo y corona para el Niño que el pueblo de Andújar ofreciera
a la primitiva imagen en su Coronación Canónica de 1909, tras la
concesión del Patronato Canónico sobre la ciudad, depositadas en
una entidad bancaria, desaparecieron en la Guerra Civil. Estas piezas
estaban realizadas en oro y piedras preciosas, teniendo la corona
dieciséis imperiales (ocho de acantos y óvalos con letanías y
otros ocho de perlas) y el escudo de Andújar en su frente.
En
1960, tras la proclamación como Patrona de la Diócesis de Jaén, se
llevó a cabo la Recoronación Canónica de la nueva imagen, con un
original juego de orfebrería diseñado por el ilitugitano Gónzalez
Orea, también sufragada por el pueblo. Realizada por el orfebre
cordobés Manuel Aumente, posee una base de oro y platino, rematada
en un imperial del que cuelga una paloma (también de platino),
coronado de orbe con cruz. En sus lados se sitúan , en esmaltes, los
escudos de Andújar, Colomera, Obispado y Orden Trinitaria. Está
enriquecida con brillantes, diamantes, esmeraldas, rubíes,
amatistas, zafiros y perlas.
En
2009, con motivo del I Centenario de la Coronación Canónica y
Patronazgo sobre Andújar y el Cincuentenario de la Recoronación
Canónica y el Patronazgo sobre la Diócesis el Santo Padre concedió
un Año Jubilar. Por todos estos motivos, se propuso realizar una
nueva corona, con el objeto de “recuperar” la desaparecida de
1909, tratándose de una réplica lo más similar a esta posible.
Diseñada por Pedro Palenciano y ejecutada por el orfebre Manuel
Valera fue costeada, como las anteriores, por suscripción popular.
Sus características son las mismas de la corona de Coronación,
realizándose el diseño en base a las fotografías conservadas. La
corona del Niño es más grande de lo acostumbrado, y el rostrillo,
riquísimo, está compuesto de flores y roleos, además de rayos.
Tuvo que ser realizada con prisa para poder ser impuesta a la Virgen
en un Solemne Pontifical de manos del Nuncio papal en Andújar en
abril de 2009, durante su estancia en la ciudad. Tras estos actos,
fue retocada en cuanto a dimensiones y forma para ajustarla mejor a
la sagrada imagen, siendo curiosamente, más rica incluso que la de
1909. Encaja perfectamente con la iconografía de la Virgen,
suponiendo una recuperación valiosísima e histórica que ha sido
asimilada perfectamente por los devotos.
Con
las donaciones sobrantes para la corona antes citada se realizó un
broche de oro y piedras preciosas conmemorativo de la concesión de
la Rosa de Oro a la Virgen de la Cabeza en el Año Jubilar. Diseñado
por Pedro Palenciano y ejecutado por Manuel Valera, posee la tiara y
llaves pontificia sobre la Rosa de Oro, reproducida en pequeño,
estando bajo ella el escudo de Benedicto XVI, todo ello flanqueado
por formas barrocas. La Virgen lo estrenó en la romería de 2011.
Otro
conjunto de orfebrería muy característico, aunque desconocido, es
el realizado en plata, tratándose del más antiguo conservado pues
perteneció a la imagen primitiva, cosa que constatan las fotos de la
misma, aunque parece ser que antes poseía un baño de oro. Hoy día
ha quedado para el uso diario en el camarín, aunque no lo luce
frecuentemente. El diseño es sencillo, con seis imperiales rematados
en orbe con cruz. El rostrillo está formado de rayos principalmente.
Concede a la Virgen un aspecto muy evocador, recordándonos a la
antigua talla.
En
próximos artículos seguiré profundizando sobre el ajuar de la
Virgen de la Cabeza, refiriéndome a sus principales mantos.
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